Mallorca, la mayor de las Islas Baleares, cuenta con unos 550 kilómetros de costa. ¡Y qué costa! Preciosa, salvaje, paradisíaca, accesible, lujosa… son solo adjetivos, palabras que sirven para describir el litoral mallorquín. Porque, si algo tiene la costa de Mallorca —al igual que su interior— es variedad.
En mi opinión, una visita a Mallorca no está completa sin una o varias jornadas de navegación. Podemos elegir entre las clásicas excursiones en barco en Mallorca, como la visita al archipiélago de Cabrera (parque nacional marítimo-terrestre) o la breve travesía de Sant Elm a Sa Dragonera. Pero veamos antes, grosso modo, qué podemos encontrar en el litoral mallorquín…
Si empezamos por el Oeste, tenemos que hablar de contrastes. Zonas eminentemente turísticas y de grandes resorts como Peguera, Santa Ponça, Palmanova o Magaluf se suceden con paraísos naturales como las Islas Malgrats. También hay espacio para los grandes puertos naturales y su tradicional flota pesquera, como el de Andratx.
En el centro de su bahía, Palma y su Catedral resplandecen hermosas con el telón de fondo de las grandes montañas de la zona norte. El gran puerto de Palma y su bahía son el escenario de infinidad de regatas de vela y competiciones náuticas del más alto nivel.
El Sur de la isla está protagonizado por esas preciosas calas de arena dorada y aguas de color turquesa. Hablamos, en muchos casos, de calas flanqueadas por pequeños acantilados, como sucede con el archiconocido Es Caló d’Es Moro, cerca de la tranquila Santanyí.
Si nos vamos al Este, además de un lugar tan fascinante (y montañoso) como el Parque Natural de la Península de Llevant, encontramos extensos arenales como la Platja de Muro, una zona ideal para la práctica del Kite Surf y otros deportes náuticos, gracias a las condiciones de viento que suelen acompañar a esta zona. Las bahías de Alcúdia y Pollença ponen fin a la parte oriental del litoral mallorquín, ya en su linde con la septentrional Serra de Tramuntana.
La Serra de Tramuntana, Patrimonio de la Humanidad
Y así llegamos a la Costa Norte. La más salvaje y mejor conservada de toda la isla. En el centro de la misma, Port de Sóller, un pequeño puerto natural rodeado de montañas con un encanto difícil de igualar. El escenario ideal desde el que comenzar una jornada de navegación para explorar la gran maravilla natural que se origina cuando las altivas montañas de la Tramuntana se precipitan de forma abrupta al Mediterráneo. En su colapso, dan lugar a enclaves tan emblemáticos como la península de Sa Foradada o el Torrent de Pareis, la desembocadura de un profundo cañón que vierte sus aguas directamente en este apartado refugio de pescadores.
Es tradicional realizar la travesía en «ferry» desde el Port de Sóller hasta Sa Calobra. Yo, sin embargo, te propongo disfrutar de esta aventura por tu cuenta. Alquilar un barco en Port de Sóller (es posible incluso si no tienes licencia de navegación) y salir ahí afuera a bordo de una pequeña embarcación (siempre que las condiciones del mar sean favorables), te permitirá vivir una experiencia inolvidable en la isla. Navegar, explorar, detenerte donde te apetezca a darte un baño y practicar snorkel, seguir navegando, descubrir cuevas, acantilados, pequeñas calas… Es algo que no puedo dejar de recomendar en toda visita a Mallorca que se precie.
Amante de la montaña, la naturaleza y descubrir lugares nuevos. Informático de profesión, mis intereses y pasiones me han llevado por otros caminos profesionales. Autor desde 2007 del sitio web LinkAlicante, donde comparto mis consejos sobre rutas, pueblos con encanto y turismo sostenible.
Realmente este artículo te abre el apetito. No sabía que quería ir a Mallorca, que ganas! Gracias!