Artículo por Charo Merino, autora del blog de viajes “Lugares y Otras Curiosidades“.
PREIKESTOLEN o EL PÚLPITO, con 604 metros sobre el fiordo Lysefjord . Formado hace 10.000 años por la expansión del hielo del glaciar. Una dura subida, espectaculares vistas y una curiosa leyenda.
Salimos desde Stavanger, una preciosa ciudad en el sur de Noruega, ha coger el transbordador( tarda unos 20 minutos, el primero sale a las 8:00 en verano) hasta Tau y continuar dirección norte por la Rv13 en dónde a los pocos kilómetros ya empiezan a verse carteles en la carretera indicando Preikestolen.
Es una formación rocosa en la costa sudoeste de Noruega, su nombre significa Púlpito. Situado en el fiordo Lysefjord, en el distrito de Ryfylke, provincia de Rogaland.
Su meseta mide 25×25, formada hace unos 10.000 años por la expansión del hielo; en las grietas de las montañas se fue congelando en agua y desprendió grandes bloques de piedra afilados del glaciar. El nombre original de la meseta es Hyvlatånnå (diente cepillado). La fisura es perfectamente visible cuando se mira desde arriba, además de imaginar los grandes bloques de al lado del Preikestolen desplomarse hacia el fiordo Lysefjord. En la meseta veremos la gran grieta de despresurización cuando se derritió el glaciar la presión del hielo desapareció y la montaña se abrió.
Lonely Planet y la CNN Go, han nombrado a Preikestolen uno de los miradores más espectaculares del mundo.
Cuenta la leyenda que la caída del Preikestolen sucederá cuando cinco hermanos se casen con cinco hermanas.
Preikestolen: LA RUTA
El día salió lluvioso, con viento y frio. Una vez en el parking, nos ponemos las botas, cogemos los chubasqueros y pantalones de lluvia, y emprendemos la subida.
Comienza en una senda empedrada que enseguida se convierte en la primera rampa con un desnivel de 81 metros, llegamos al primer mirador en dónde descansamos un poco y contemplamos las vistas.
Continuamos el ascenso por las más que resbaladizas rocas que complican mucho el camino ya que en varios tramos son como una pista de patinaje. Llegamos a la segunda rampa con un desnivel de 73 metros, grandes rocas se amontonan de diversas maneras por las que hay que ir ascendiendo sin resbalarse.
Tras pasar la segunda rampa, la ruta da una tregua y sigue por unas pasarelas de madera sin ninguna dificultad. La tercera y última rampa con un desnivel de 118 metros se convierte en un ascenso por escaleras con algún que otro escalón de una considerable altura.
Terminado el tramo de escaleras, ya puedo decir que estamos más o menos a mitad de camino al Preikestolen. A partir de aquí la ruta discurre caminando por rocas muy resbaladizas en ésta ocasión por la lluvia, un poco más adelante, unas barandillas con cadenas de hierro al borde de las rocas vienen de maravilla para sujetarse ante posibles resbalones.
Ya queda poco, ya estamos prácticamente arriba caminando por un suelo de rocas, empapadas y con bastante viento en ese tramo, que la verdad tengo que decir que no es que ayudara mucho, el dichoso viento. Giramos a la derecha, ahí está al final de la senda de piedras, ya se ve el fabuloso y magnifico Preikestolen.
No sé si llorar de la emoción o saltar de la alegría o ambas cosas.
Hacemos varias fotos, intentamos sentarnos un rato, pero las condiciones climatológicas, con ese viento y la lluvia apenas lo permitían. Descansamos un ratito y emprendimos el descenso.
Maravillosa experiencia que disfruté y viví mucho. La idea inicial era pasar parte del día en la meseta, pero las condiciones del clima no lo permitieron, la Naturaleza así como el clima en ocasiones y lugares suele ser tan imprevisible cómo magnifica.
Puede que el hecho de que amaneciera el día con lluvia, viento y frío lo hiciera más especial e interesante.
Artículo por Charo Merino, autora del blog de viajes “Lugares y Otras Curiosidades“.